La vida va de cometer errores y es una de las mejores herramientas que tenemos para crecer, pese a que puede ser frustrante, doloroso, agotador... equivocarnos y aprender es la moraleja de esos errores.
Nuestro cerebro no aprende de la perfección, sino de la discrepancia. Cuando haces algo bien, la conexión neuronal se refuerza. Pero cuando cometes un error, tu cerebro se enciende y presta una atención especial. Esta "señal de error" le dice al cerebro: "Algo no salió como esperabas!!, qué necesitas ajustar para la próxima vez??". Es a través de esta retroalimentación que realmente se crean nuevas conexiones y se consolidan los aprendizajes. Sin errores, simplemente repetiríamos lo que ya sabemos, sin posibilidad de crecimiento.